¿Qué son las finanzas sostenibles?
Las finanzas sostenibles son las decisiones de inversión realizadas bajo un criterio ético que se fundamenta en una serie de valores que promuevan un crecimiento económico más adecuado para el planeta. Aunque estos valores ya existían se aplicaban con discrecionalidad y sin una taxonomía propia. En la actualidad se articulan en torno a tres criterios principales o ASG:
Ambiental: actividades que afectan de manera positiva en el medio ambiente. La reducción de la contaminación, la promoción de la eficiencia energética o la inversión en energías renovables, entre otras maneras de mitigar el impacto que supone la producción actual para el cambio climático. Social: prácticas en las empresas que afectan a la sociedad. Como la defensa de los derechos de los trabajadores, condiciones salariales dignas, promover la diversidad e inclusión en las empresas, etc.
Buen Gobierno: códigos de gobierno, transparencia y administración de las corporaciones. La rendición de cuentas, independencia en la composición de los órganos de gobierno, reducción de la brecha salarial, la presencia de mujeres en cargos directivos (techo de cristal), la no discriminación por razones de sexo, edad, religión, orientación sexual o capacidad. Estos criterios se aplican transversalmente en las empresas y su aplicación es variada. Por eso se han establecido una serie de organismos internacionales para regular y supervisar su cumplimiento.

¿Qué es la economía circular?
La economía circular es un modelo para la producción y el consumo enfocado en la eficiencia en el uso de los recursos con el objetivo de no generar residuos. Comprende compartir, alquilar, reutilizar, reparar, renovar y reciclar materiales y productos existentes todas las veces que sea posible para extender el ciclo de vida de los productos.
Los recursos en la naturaleza son escasos o finitos, mientras que la población mundial y la demanda aumentan a un ritmo constante. Además, los países en los que se concentran los mayores recursos naturales están sujetos a la presión internacional para asegurar el suministro, esto desemboca en conflictos políticos o armados que fomentan la inestabilidad en el mundo.
Por tanto, los beneficios de la economía circular se transmiten a toda la cadena de valor: desde el origen donde se extraen los recursos, pasando por importantes ahorros de energía, emisiones y trabajo necesarios para producir, hasta un reequilibrio natural en las existencias disponibles. Este enfoque ético la entronca con las finanzas sostenibles. Incluso algunos estudios apuntan a que esta circularidad generará nuevas actividades y profesiones que fomentarán el crecimiento económico.

¿Cómo puedo introducir este modelo en mi economía doméstica?
Así como las principales economías mundiales han puesto en marcha planes de acción para promover la economía circular, nosotros como consumidores debemos aplicar ciertas prácticas y prevenciones en el día a día. Compra productos de mejor calidad, duran más tiempo y se podrán reparar. Seguramente sus materiales serán más fáciles de reciclar. Repara los productos que se estropeen, mejor que tirarlos para comprar uno nuevo.
Recicla toda la basura y los residuos que puedas en los contenedores o puntos de reciclaje correspondientes. Sigue las indicaciones del fabricante o de los organismos oficiales, algunos pueden ser muy contaminantes. Trata de optimizar el uso de agua o luz en casa. Busca electrodomésticos eficientes energéticamente, e incluso puedes incorporar algún dispositivo para regular su consumo.
Actualmente existen muchas plataformas en internet que facilitan el intercambio de libros, ropa y todo tipo de productos. Son herramientas que permiten un consumo responsable con el que generar ahorros y aspirar a la libertad financiera. Todas estas medidas exigen esfuerzo y ofrecen una recompensa individual a veces imperceptible. Pero debemos pensar en los beneficios acumulados que nos suponen como sociedad, tanto a nosotros como a las próximas generaciones.
